De las relaciones humanas y su complejidad

«Por qué hacerlo fácil, si difícil también se puede» me parece que es la máxima en las relaciones humanas. ¿Somos tan complejos? No cabe duda. Nos cuesta decir las cosas de frente porque tenemos miedo al rechazo. Si al otro no le gusta lo que pensamos, puede dejar de querernos y aunque creamos que basta con amar a los demás, la sola posibilidad de que no seamos correspondidos nos aterra. .

En ese mismo plano y haciendo un análisis básico, empiezo a pensar que estamos demasiado acostumbrados al daño, al maltrato en ciertas áreas de nuestra vida, entonces cuando encontramos a alguien que nos quiere y se ofrece por completo a nosotros, surge nuevamente el miedo y huimos a perdernos. ¿Qué querrá de mi? es una de las preguntas que parecen repetirse en forma constante y cuando eso sucede, todo lo bueno de una relación comienza a tomar visos de desconfianza que destruyen lo -poco o mucho- que se había conseguido hasta entonces. Luego nos quejamos de la soledad, de no encontrar «gente en el mundo», de sentir que algo nos impide ser felices en compañía de algún otro.  Lo mismo ocurre cuando nosotros nos entregamos a otras personas y comenzamos a tener dudas sobre si merecerá o no nuestra atención, se la valora, si la corresponde. Es ahí cuando la magia se rompe, disminuyendo los momentos gratos, convirtiéndolos en un lío de pensamientos estériles. El tema es que, aunque debiéramos bastarnos nosotros, la amistad y el amor – que al final son la misma cosa- y sus complicidades, enriquecen siempre nuestra vida y permiten que la disfrutemos al máximo.

Lo anterior, en las relaciones afectivas, pero también sucede otro tanto en el ámbito laboral – que en nuestros países ocupa gran parte del tiempo de los adultos- convirtiendo el cotidiano en una especie de montaña rusa. Es cierto que hay quienes van, trabajan y sellan sus campos energéticos a la dinámica emocional de los demás (¡Qué fantástico debe ser poder tener esa capacidad!), pero la mayoría de nosotros se involucra con las personas, intentando comprender su forma de pensar y actuar para poder colaborar fluidamente en los proyectos comunes. A ratos es fácil, pero la transparencia no siempre es característica de este tipo de interacciones y suele pasar que los intereses velados de cada uno surgen de pronto, van nublando el panorama y generando todo tipo de competencias poco sanas. Ahora, el tema tiene una lógica que, incluso algunas empresas avalan. Sí, porque el miedo a que el otro sea mejor que yo, es un aliciente para elevar el rendimiento, destacar y ser reconocido. Llegar a la cima es, por lo general, una satisfacción que dura poco. Luego de poner la bandera en el tope, el ego pide más y la soledad se hace presente.

¿Cómo volver al camino más fácil? Creo que todos sabemos cómo, el desafío es ser los primeros en atreverse.

PD: A lo mejor es algo tan básico como lo que dice en la foto.

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3 pensamientos en “De las relaciones humanas y su complejidad

  1. Creo que la clave de la felicidad es vivir sin estrés y veo que muchas veces las personas se buscan motivos innecesarios para estresarse. Por más que le doy vueltas, no entiendo esa manera de vivir.
    Tu entrada ha dado en el clavo.

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