Deliciosa dispersión

Desde hace un tiempo, he vuelto a trabajar en forma independiente. Eso implica escribir, traducir, generar contenido para sitios web, reportear y realizar campañas publicitarias diversas, a pedido.

Debo confesar que, en un principio, me causó terror dejar de recibir el «sueldo estable» que tenía en mi calidad de RRPP de una empresa educacional. Sin embargo, tal como me dijo un querido amigo, reencontrado gracias a la tecnología actual (y no fue el FB, fue el blog), estuve sufriendo del «sindrome de empleado eterno». Bueno, el tema es que se me pasó y ahora me encuentro disfrutando de la bendita y deliciosa dispersión.

Gracias a la independencia, puedo levantar a los niños, darles desayuno, mandarlos al colegio y a la universidad y dormir media hora más. Después me pongo a grabar para la radio y comienzo a organizar las otras actividades que tengo que cumplir… por un rato. Si me aburro, tomo la bicicleta y circulo por las calles de mi comuna, con una felicidad loca. Luego vuelvo a trabajar llena de energía.

El problema es que estoy recién en etapa de organización. Si un día cambio demasiado los esquemas, me queda un caos mayúsculo en el trabajo, porque, por muy libre que sea, tengo plazos para entregar las tareas asignadas. Por otra parte, la posibilidad de hacer cosas en mi casa, ver las noticias en televisión y hasta enterarme de qué pasa con la farándula chilensis, es un pequeño y banal lujo que antes no podia disfrutar. Y la verdad es que no me interesaba, porque sentía que perdía el tiempo, pero ahora ( igual considero que es una pérdida de tiempo:) no tengo ningún cargo de consciencia.

Por otra parte, la calidad del tiempo que dedico a cada cosa es infinitamente superior a la que le asignaba con anterioridad. Es decir, hago todo de manera más consciente. Estoy presente en cada cosa y disfruto hasta de ir a la feria, situación que antes me lateaba profundamente. A raíz de esto, me he acordado mucho de una de las pocas Claudias buenas que conozco (je), la Canifrú, que con el cuento de su «maternidá», decidió convertirse en «dueña de casa». Tengo claro que yo no llegaré hasta ese punto- a menos que consiga marido rico, cosa que no me enloquece a menos que sea mi alma gemela- pero sí he aprendido a disfrutar de las cosas simples y hacerlo a concho.

Veremos qué sucede más adelante. Mientras tanto, bendigo a la tecnología que me permite todas estas libertades:)

Reflexiones básicas de vacaciones idem

Como algunos de ustedes saben, trabajo a cargo de las comunicaciones de un colegio y por ende tengo la suerte de disfrutar de buenas vacaciones. Es decir, en esta época, mientras el resto de la humanidad de este país sigue enfrentando los hielos matutinos, yo me los duermo, por dos semanas.

Genial, agradecida de la vida. Sin embargo, como nada es gratis en este planeta, me agarré un resfrío que se los encargo y he pasado mis primeros días de asueto (uyyy quería usar esa palabra antigua, típica de mi padre-abuelo) a medio morir saltando, con lo que casi no me he movido de mi depto.

Fiebre los primeros días, luego nada que amerite ir al doctor, salvo la tos que me impide aparecerme por un cine, un pub o cualquier lugar público sin que la gente me mire con cara de que llevo la peste a cuestas. Además, la energía varía igual que el termómetro: de -1 a 2 grados, aproximadamente. No tengo ganas de leer, ni escribir, ni twittear mucho, ni nada…¿qué me queda? ¡La TV!

Bueno, el tema es que me he dedicado a ver tres mil películas en el cable. La mayoría son pésimas, pero he visto varias buenas también.

Las británicas me matan, por su ambientación- cualquiera sea la época en que se sitúen- y con buenos actores, mejor aún.  Vi por segunda vez, Verónica Guerin, cinta que me identifica en más de un sentido y a la vez me conmueve. Es una historia real y la periodista se la juega a morir- de hecho muere- por cambiar la ley de drogas en Irlanda. Protagonizada por la Cate Blanchet y dirigida por Joel Schumacher, es un gran filme. La están dando en HBO.

Por otra parte, Cinecanal o Cinemax, exhibió hace un par de días «Evelyn», otra historia real inglesa, protagonizada por Pierce Brosnan, que narra la lucha de un padre -abandonado por su mujer- por tener la custiodia legal de sus hijos.

Hoy caí en otro tema y sólo por casualidad, porque el título (o su traducción), no me tincaba para nada. Era algo así como «Vivir con Fuerza». Un dramón, pensé. Y sí, era un dramón. Una mujer cuarentona es diagnosticada con cáncer y, además de la lucha por su vida, debe pelear por realizar sus sueños, sin saber si le queda o no tiempo. Lo interesante para comentar aquí fue lo que me dejó dando vueltas en el coco. ¿Hago lo que quiero hacer? ¿He cumplido mis sueños? ¿Aprovecho el tiempo con mis hijos? ¿Aprovecho mi propio tiempo? ¿Qué hace falta para realizar esos sueños antes de que sea tarde? ¿Cuál es mi misión?

Les extiendo esas preguntas, a ver qué onda.

Me declaro vivo (Chamalú)

 

A diario llegan a nuestros mails cientos de chistes, cadenas, sortilegios y PP (presentaciones power point) de origen dudoso e igual gusto.  Sin conexión a Internet en casa, me cuidé bastante de perder el tiempo en el trabajo o en el cyber leyendo todos aquellos mensajes.  Sin embargo, uno sabe cuando HAY que leer algo porque viene de esa personas que no alucinan con cualquier cosa a menos que estén en un momento especial de su vida.

Así fue, con este criterio, que me encontré con un mail larguísimo – lleno de flores y música siútica, por cierto, que obvié en favor del mensaje- en el que me fui enredando, diría, emocionalmente. Luego lo busqué en la red y fuí encontrando algunas huellas de este ser humano simple, libre y profundo conocido como Chamalú.

Comparto con ustedes el texto y les dejo un enlace de otro blog que también se conectó con el alma del personaje. ¡Qué lo disfruten!

Me declaro Vivo

Saboreo cada acto.

Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí,
entonces me portaba como los demás querían
y mi conciencia me censuraba.

Menos mal que a pesar de mi esforzada
buena educación siempre había alguien difamándome.
¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó
que la vida no es un escenario!
Desde entonces me atreví a ser como soy.

He viajado por todo el mundo, tengo amigos de todas las religiones;
conozco gente extraña:
católicos, religiosos pecando y asistiendo a misa puntualmente,
pregonando lo que no son,
personas que devoran al prójimo con su lengua e intolerancia,
médicos que están peor que sus pacientes,
gente millonaria pero infeliz,
seres que se pasan el día quejándose,
que se reúnen con familia o amigos
los domingos para quejarse por turnos,
gente que ha hecho de la estupidez su manera de vivir.

El árbol anciano me enseñó
que todos somos lo mismo.

La montaña es mi punto de referencia:
ser invulnerable, que cada uno diga lo que quiera,
yo sigo caminando indetenible.

Soy guerrero:
mi espada es el amor,
mi escudo el humor,
mi hogar la coherencia,
mi texto la libertad.

Si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme,
no hice de la cordura mi opción.
Prefiero la imaginación a lo indio,
es decir inocencia incluida.

Quizás solamente teníamos que ser humanos.

El que tú no veas los átomos,
no significa que no existan.

Por eso es muy importante que sea el Amor
lo único que inspire tus actos.

Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos,
sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo
transitando de espaldas a la luz.

En realidad,
sólo hablo
para recordarte
la importancia
del silencio.

Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra
detrás de las palabras; no soy un sabio,
sólo un enamorado de la vida.

El silencio es la clave,
la simplicidad es la puerta
que deja fuera a los imbéciles.

La gente feliz no es rentable,
con lucidez no hay necesidades innecesarias.

No es suficiente querer despertar, sino despertar.

La mejor forma de despertar es hacerlo
sin preocuparse porque nuestros actos
incomoden a quienes duermen al lado.

Recuerda que el deseo de hacerlo bien será una interferencia.
Es más importante amar lo que hacemos
y disfrutar de todo el trayecto.

La meta no existe, el camino y la meta son lo mismo.
No tenemos que correr hacia ninguna parte,
sólo saber dar cada paso plenamente.

No, no te resistas, ríndete a la vida.
Quien acepta lo que es
y se habilita para hacer lo que puede,
encarna las utopías

y lo imposible se pone a disposición.

La mejor manera de ser feliz es: ’ser feliz’.
Reconstruye tu raíz y saborea la vida.

Somos como peces de mares profundos,
si salimos a la superficie reventamos.

La frivolidad y la intrascendencia
condenan la vida a la muerte.

Cuando somos más grandes que lo que hacemos,
nada puede desequilibrarnos.
Pero cuando permitimos que las cosas sean más grandes
que nosotros, nuestro desequilibrio está garantizado.

El corazón está en emergencia por falta de amor.
Hay que volver a conquistar la vida,
enamorarnos otra vez de ella.

Nuestro potencial interior aflora espontáneamente
cuando nos dejamos en paz.

Quizá sólo seamos agua fluyendo;
el camino nos lo tenemos que hacer nosotros.

Más no permitas que el cauce esclavice al río,
no sea que en vez de un camino tengas una cárcel.

La infelicidad no es un problema técnico,
es el resultado de haber tomado el camino equivocado.

Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez.
Amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad
que pulula por doquier, infectando almas
y atrofiando corazones.

El amor es, a nivel sutil,
la esencia de nuestra instancia inmunológica.

La gente está tan acostumbrada a complicarse,
que rechaza de antemano la simplicidad.

La gente está tan acostumbrada a ser infeliz,
que la sensación de felicidad
les resulta sospechosa.

La gente está tan reprimida, que la espontánea ternura
le incomoda y el amor le inspira desconfianza.

Hay cosas que son muy razonables, objetivas y… apestan.

Ya no podemos perder el tiempo
en seguir aprendiendo técnicas espirituales cuando aún estamos vacíos de amor.

Quienes no están preparados para escuchar
tienen la recompensa de no enterarse de nada.

Disfruta de lo que tienes, recibe lo que venga,
crea e inventa lo que necesites, haz sólo lo que puedas,
y fundamentalmente celebra lo que tengas.

La vida es un canto a la belleza,
una convocatoria a la transparencia

Cuando esto lo descubras desde la vivencia,
el viento volverá a ser tu amigo,
el árbol se tornará en maestro
y el amanecer en ritual.

La noche se vestirá de colores,
las estrellas hablarán el idioma del corazón
y el espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo.

¡Me declaro vivo!

Chamalú.
Indio Quechua

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